Artículo de Opinión por Álvaro Bajén, secretario general de UPTA Aragón

Padecemos el ·»síndrome del sillón·- y con él una cierta contracción de la intervención pública en la actividad privada. Si queremos dar un latigazo a nuestra economía y girar hacia actividades de mayor valor añadido es indudable que el sector público debe intervenir en todos los órdenes económicos, tanto en actividades estratégicas como en actividades de pequeño calado, por ello, también en sectores que afectan directamente a los autónomos.

Ahora no se trata de subvencionar las actividades que proponen los autónomos, sino de crear empresas mixtas participadas por las administraciones y los particulares. Estas empresas deben potenciar sectores de interés social y económico, o actividades que por sí mismas la iniciativa particular no potencia.

Es, desde mi punto de vista, una nueva visión de la actuación administrativa, un nuevo enfoque que permite poner en práctica, desde la iniciativa pública, el cambio de modelo de crecimiento.

Los ayuntamientos, las diputaciones, las estructuras comarcales deben propiciar y participar en proyectos empresariales sin ningún tipo de complejos.

Sirvan como ejemplos de esta nueva manera de hacer las plataformas tecnológicas combinadas con cooperativas de servicios; como, por ejemplo, la que desde UPTA estamos poniendo en marcha en el sector de la construcción. El programa se denomina ·»avanza en un minuto·- y se trata de unir a más de 400 autónomos de construcción para que den servicio y puedan competir en condiciones de productividad idóneas.

Pero hay más. Si queremos comerciantes, autónomos y profesionales en nuevas tecnologías y en I+D+i debemos propiciar actividades en estos sectores, formar a técnicos adecuados y crear estructuras intermedias que permitan la botadura de estos nuevos negocios.

Hay que crear un auténtico astillero que construya estas pequeñas empresas, creando un Centro de Participación y Promoción en la actividad autónoma y en la microempresa.

Nuestros políticos deben actuar con rapidez ante los nuevos acontecimientos siendo más ambiciosos; proponiendo actividades y proyectos innovadores, sin el miedo que nos embarga desde que un político aragonés perdió su plaza por un sillón.

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