ARTÍCULO DE OPINIÓN por ÁLVARO BAJÉN.

Una mirada restrospectiva a los últimos ocho años nos permite conocer las profundas causas de la actual crisis que padecemos. Desde la burbuja de Internet en el 2001, pasando por la por la reducción, en corto tiempo, del tipo de interés en EEUU, creación sobre el mercado inmobiliario de una montaña de papeles (derivados), burbuja especulativa del petróleo (que ahora todos quieren ocultar), igualmente burbuja especulativa en los productos alimentarios.

Todo aparece como un gran escenario donde se libra una gran batalla por dos contendientes, por un lado el sector especulativo y financiero, que utiliza como elemento de choque la propia industria militar, necesitando continuamente nuevos espacios para engendrar más y más capital ( no nos engañemos, ¿quién financió la guerra de Iraq?) y, por otro lado, la estructura productiva y las fuerzas del trabajo, que se encarnan perfectamente en las democracias europeas.

En definitiva hemos asistido a una sutil batalla durante los últimos ochos años en la que se engañaba a la gente con delirios de riqueza rápida, se hacía ver que invirtiendo en bolsa o comprando complejos derivados, que nadie entendía, era fácil ganar dinero.

El trabajo, la realización de una actividad empresarial, la creación de riqueza a través de la invención o la innovación, no eran elementos a considerar, eran, más bien, esfuerzos inútiles.

De aquéllos polvos estos lodos. La crisis económica, que nadie veía venir ni nadie nos advirtió, estalla con la caída de los bancos de inversión norteamericanos, caen los grandes ·»cerebros·- de este modelo neoliberal.

En España se agudizan las contradicciones, esencialmente por la actuación habida en el sector inmobiliario, creando nuestro país una gran burbuja inmobiliaria con el beneplácito de la ciudadanía. La banca, que en la transición actuó como verdadero oligopolio, en la época de bonanza se ocupó de engordar el sector y con ello transformó nuestra economía en una dualidad inmobiliaria-financiera, los precios de los inmuebles y solares eran y son desorbitados.

Con la entrada en recesión mundial y la crisis financiera, se produce el derrumbamiento del sector de la construcción y no cae paralelamente los precios de los solares y los inmuebles, esperando tiempo mejores el crédito no llega a las Pymes y los autónomos puesto que hay que financiar viviendas vacías que los bancos compran. Ninguna institución financiera quiere entrar en bancarrota si puede optar por esperar a ver si sus activos suben de valor. Hay, en estos momentos más de 120.000 millones de euros invertidos en viviendas que no se venden. Es por eso que las instituciones financieras no facilitan el crédito y nuestra economía se estanca.

No se puede continuar así. Ya el Presidente del ICO nos dice que hay que ir pensando en una banca pública de segundo escalón, que sin crear más sucursales, utilizando, por ejemplo, las de las Cajas, se doten de herramientas financieras, con específicos protocolos de intervención que permitan la financiación de la actividad de las Pymes y los autónomos. No podemos asistir impasibles como se destroza el sector de la construcción y nuestras industrias manufactureras,

A las Pymes y los autónomos no hay más que recordarles la frase de nuestro Santiago Ramón y Cajal , en su maravilloso libro sobre ·»Los tónicos de la voluntad·-: ·»·

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